Enamorarse

Nunca antes me había enamorado. Alguna que otra vez me había gustado algún chico, pero ¿enamorarme? "Nah, eso es de tontas cursis" pensaba yo. Hasta que le vi. Sentí mi aliento congelarse, mis manos temblar y mi corazón, prisionero en mi pecho, quería salir disparado hacia él. Literalmente me robó el corazón sin haber cruzado ni una palabra conmigo. Me enamoró por su sonrisa, sus gestos y sus actos; porque a pesar de no formar parte de su vida si que coincidimos y nos cruzamos en la estación del tren (y no una estación de tren metafórica, sino real). Más de una vez habrá visto que me quedo embobada observándolo, pero ¿qué es más inevitable que observar a la persona que te ha robado el corazón?

Es inevitable observar como se toca el cabello moreno. No puedo evitar observarlo andar delante de mí. Inevitable fijarme en las pequeñas arruguitas que se le forman al lado de los ojos al sonreír... Y su sonrisa... ¿Cómo no fijarme en su blanca y perfecta sonrisa?

No sabía qué era enamorarse pero ahora lo sé: sonreír a cada segundo que me viene la imagen de él en la cabeza, dormirme por las noches deseando poder estar a su lado, dejar escapar suspiros cada vez que noto las mariposillas dentro de mí... Y tan solo reír, reír y ser feliz, porque eso es lo que hace el amor, te atonta los sentidos como si estuvieras drogado y fueras adicto. Adicto a esa persona.

Núria

Después de esta confesión deseo y espero que él nunca lea este blog, si fuera así... La vergüenza me comería por dentro. Aunque es probable que al final acabe borrando la entrada, solo por si alguna casualidad de la vida él terminara leyéndolo.